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Porque ayudar o ACOMPAÑAR, esa es la cuestión.

Quienes vivimos cerca del mundo de la pedagogía “alternativa”, estamos familiarizados con la idea de que lo que necesitan nuestros hijos para aprender y desarrollarse plenamente es nuestro acompañamiento, no nuestra ayuda.

Porque la habilidad conseguida no es la única meta; el camino para lograr la habilidad también es una meta en sí.

Voy a poner tres ejemplos de aprendizajes en los cuales, como en todos, sobra la ayuda del adulto y basta con que esté presente, acompañando desde el amor y el respeto. Alguno(s) de ellos puede que os sorprendan.

– Aprender a hablar: en nuestra sociedad, los niños aprenden a hablar solos, nadie les ayuda… Nadie se sienta a su lado cuando tienen un año y comienza a practicar sonidos. Bueno, algun@ habrá… pero no es lo más habitual. Y el aprendizaje se produce de manera espontánea, sin necesidad de métodos.

– Aprender a andar: otro caso en que los niños aprenden una habilidad básica sin necesidad de ayuda. En este caso también está comprobadísimo que los bebés aprenden solos a andar.

Sin embargo, sí que es bastante habitual en nuestra sociedad, que llegado el punto en que los niños se intentan erguir sobre sus piernas, les tendamos los brazos y les ayudemos.

Aquí ya habrá quien no esté de acuerdo conmigo y considere el dar la mano a un niño que anda algo totalmente natural. Pues aparte de lo natural que nos resulte por la costumbre de verlo, de natural y de beneficioso para el niño no parece tener nada.

Referencia en el tema es la famosa Emily Pickler, con su libro “Moverse en libertad”. Sus experiencias como pediatra en un orfanato de Budapest le llevaron a conclusiones tan interesantes como que los niños son capaces de aprender autónomamente siempre que establezcan un lazo auténtico de sostén y cuidado con los adultos.

– Y tercer ejemplo de aprendizaje autónomo: aprender a leer y escribir. Aquí sí que es más probable que muchos penséis que estoy chalada.

¿Qué es eso de que aprender a leer y escribir es algo que los niñ@s pueden (y deberían) hacer solos?

Pues eso se llama respeto. Acompañamiento. Porque leer es uno más de los aprendizajes de nuestros hijos, y porque a día de hoy vivimos inmersos en un mundo donde las letras y la palabra escrita nos rodea.

Por eso, más que decir “¿cómo va a aprender mi hijo a leer solo?”, podríamos preguntarnos… “¿si le dejo, cómo no va a aprender solo?”.

En fin, que soy consciente de que cambiar el paradigma educativo nos cuesta un montón. Pero quiero remitiros a que, en relación al aprendizaje autónomo de la lectoescritura, ya se hizo una recopilación de datos en la escuela libre de Sudbury, en EE.UU: Niños que aprenden solos a leer

Y no sólo de EE.UU. nos llegan datos concretos. También os invito a leer los resultados del primer estudio que se llevó a cabo en España sobre el aprendizaje autónomo de la lectoescritura, en el Blog Zolani.

Espero que lo disfrutéis y os animo a comentar.

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