Como viene ocurriendo a menudo desde que estoy con mi familia en este resort de Koh Phangan (Tailandia), hoy, he conocido a una nueva familia. En este caso, se trataba de una familia alemana.

Ella, la mujer con la que he hablado, fue muy viajera en su pasado, pero llegó un momento, cuando su hija cumplió los tres más o menos, que lo dejó. Viajar ya no le era posible.

Tuvo que dejar algo que para ella fue parte fundamental de la vida. ¿Por qué? Pues por otros compromisos, entre ellos, el de la escuela.

En Alemania, como en España, es obligatorio escolarizar a los niños y esto es algo que a esta madre en concreto, no le ha permitido vivir como quería.

Pero entonces, ¿qué hacía ahora en Tailandia?, te preguntarás.

Resulta que tras varias negociaciones con la escuela, ha conseguido su visto bueno para el viaje. Bueno, ella me decía que empezó comprando el billete y luego habló con los de la escuela, no sé si esto influyó algo en sus conversaciones.

En cualquier caso, en estas negociaciones, la escuela dejó claro que esto solo era posible si escolarizaban a la niña (de unos 9 años) durante los dos meses de viaje en alguna escuela aquí en Tailandia.

Y aquí estaban, la niña, por supuesto, en la piscina, jugando con otros, y la madre, contándome esto. Ya veremos lo que cuentan a su vuelta.

Con todo, no es eso lo que más me sorprendió. Fue otra cosa que me dijo: “Ahora, estando aquí, ya no quiero volver a la otra vida, estoy mirando cómo puedo quedarme”.

No era la primera vez que oía esto. Otra madre, en este caso austriaca y con un hijo (de cinco años), se había venido para pasar aquí algo menos de un mes. Me contó hace unos días que tampoco quería volver a su vida en Europa, que quería montar un blog o empezar algún tipo de trabajo por internet como muchas de las demás familias que hay por aquí.

También hubo otra mujer, más mayor, de unos sesenta, que se había venido por varios meses y tenía que volver ya a Europa. Tuvo la mala suerte de caerse de la moto (no se pudo mover durante un tiempo) y la acompañé cuando le tocó devolverla.

En algún momento contó que su estancia por el Sudeste Asiático (había estado en Bali y Tailandia) le había cambiado la vida. Especialmente su último tiempo en nuestro resort, le había mostrado que había gente, familias con hijos incluso, que no volvían nunca, que habían convertido lo imposible en algo habitual y ella estaba empezando a creer que esto era también posible para ella.

En los tres casos, una de las razones principales para plantearse no volver a su vida anterior fue lo bien que se sentían. Es normal, ¿a quién no le sientan bien unas vacaciones en Tailandia?

Sin embargo, creo que no solo era eso. Creo que los ejemplos que tenían delante, las muchas familias que aquí, en Koh Phangan, han convertido lo imposible en algo habitual y lo habitual en un imposible, familias que viven como quieren, donde quieren, son las que realmente pueden marcar ese cambio en sus vidas.

¿Qué saco yo de todo esto?

Pues no lo sé. Como buen escéptico lo podría atribuir a una especie de efecto campamento de verano. ¡Quién no iba a querer quedarse ahí!

También puede ser que la gente quiere aquello que no tiene y que no ve los muchos problemas que lo que los otros tienen (en Irabela’s hablábamos hace poco de ellos).

No lo sé.

Lo que sí sé es que cuando se junta gente que sigue su camino, gente que ha decidido salir del camino marcado, aparecen nuevas posibilidades y que esto, si te abres a ello, tiene magia.

¿Qué ocurrirá con las tres mujeres (y sus familias) de las que hablaba antes? No lo sé, quizás vuelvan a casa y sigan con sus vidas. Quizás se queden aquí y no vuelvan. O quizás decidan trabajar, vivir y aprender en libertad.

Quién sabe.

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Irabela’s somos una familia de 4 que se ha lanzado a vivir el nomadismo digital y el worldschooling. En diciembre dejamos nuestra casa, hemos viajado 4 meses por Asia y ahora lo hacemos por Europa. Si quieres seguir en vivo nuestra andanza por el mundo y recibir nuestros artículos en torno a aprender, trabajar y vivir en libertad puedes suscribirte aquí.

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