¿Escapar de un invierno frío, largo y tedioso y esperar la llegada de la primavera en el trópico?

Soy consciente de que somos unos afortunados por disponer de tanta flexibilidad en nuestras vidas. Ser una familia nómada digital tiene bastantes ventajas. Tanto el año pasado como este hemos podido acortar nuestro invierno y salir volados por unos cuantos meses a donde el calor nos tratara mejor.

Pero comencemos por el principio. Nuestra última actualización de movimientos fue en noviembre pasado, cuando os contaba cómo lo habíamos pasado en el Worldschool Village que organizamos en la zona de Denia y Jávea.

Después, a pesar de que en octubre ya teníamos algunas cosas claras y en nuestros planes estaba ya encontrar un lugar base para pasar la mayor parte del año, nos lo tomamos con calma y todavía hemos seguido un rato dando vueltas por el mundo.

Aquí tenéis una pequeña crónica de lo que ha sido de nuestras vidas en los últimos meses.

Otoño en Alicante

El Worldschool Village acabó oficialmente a principios de noviembre, pero algunas de las familias worldschoolers permanecieron por la zona. La última hasta principios de diciembre.

Nosotros también nos hicimos los longuis y prolongamos unas cuantas semanas más nuestra estancia en la Marina Alta. Nos quedamos disfrutando del sol, de los amigos y de un terreno ya conocido  y cómodo.

Aprovechamos para conocer algunos lugares  donde todavía no habíamos estado…

O sí…

Y también nos dio tiempo, cuando comenzó a apretar el frío, de recordar que para ser nómada digital en el sur de España o te sacas la mesa al sol o te congelas. En serio.

Navidad en Madrid y una decisión

A los niños les hacía mucha ilusión pasar la Navidad en Madrid, y lo hicimos con todas las de la ley. Un mes entero que nos dio para encuentros familiares… y mucho perro.

¡Feliz Navidad! 💫 El año que se está despidiendo nos ha traido muchísimas novedades. Creo que más que nuestros siete años anteriores juntos. Algunas de ellas son, en su esencia, reencuentros con partes nuestras que necesitábamos palpar. Y mira por dónde nuestra relación con animales es una de ellas. ¡Mis hijos de sienten tan unidos a ellos! Algo que me es muy ajeno pero que valoro y respeto profundamente.💖 … Merry Christmas! 2017 is finishing and it has been plenty of new experiences and reunions. Their relation with animals is one of them. They feel so attached! … … … #dogs #perros #loves_dogs #loves_spain #ig_madrid #instakids #instamum #kidsgram #kidsanddogs #dogsandkids #ig_dogs #irabelasfamiliaenmovimiento #irabelas #loves_2017 #happychristmas #christmas

Una publicación compartida de Irabela’s (@irabelas) el

También para darle vueltas a nuestro siguiente paso. A punto estuvimos de tirar para Centroeuropa, en pleno florecer del invierno, pero en un ataque de fría nostalgia compramos un vuelo a Bangkok, para alegría de los niños (y nuestra), que ya echábamos de menos el Asia tropical.

Dos meses en Tailandia

Aterrizar en Bangkok y sentirlo como un lugar ya conocido fue un gustazo. Qué diferente es (aunque tenga también su parte positiva y más aventurera) llegar a un país que desconoces, especialmente cuando hay niños de por medio.

 

Disfrutamos de un par de días en Bangkok, con sus tuk tuks, también usamos mucho el metro (que por cierto funciona fenomenal) y nos hicimos asiduos del barco que recorre el Chao Praya.

Del año pasado nos había quedado la espinita de conocer Chiang Mai y algo del norte, así que al cabo de un par de días compramos un billete para el clásico tren nocturno hacia allá. Una experiencia más que recomendable que disfrutamos mucho (y dormimos poco ja ja ja).

Chiang Mai me enamoró. Su tamaño accesible, sus precios que también lo son tanto, su oferta cultural, culinaria. Su clima, mucho más fresco y menos húmedo que el de las islas.

Me costó despedirme para tomar rumbo al sur, la verdad.

Con un vuelo interno Chiang-Mai – Surat Thani nos plantamos de nuevo en Koh Phangan, la isla del sur que algunos llaman la Ibiza de Tailandia. Allí volvía a tener lugar el encuentro de familias de habla alemana al que también habíamos acudido el año pasado.

Mismo lugar, misma época del año. Misma intención.

Dicen que segundas partes nunca fueron buenas (quizá porque tendemos demasiado a comparar). En todo caso, esta segunda parte nuestra no nos gustó tanto como la primera, aunque esto tampoco significa que no disfrutásemos.

La comunidad en esta ocasión se nos hizo demasiado multitudinaria. Dado el éxito del año pasado, en esta edición se acabaron juntando en el mismo resort, durante tres meses, hasta cuarenta familias. Para nosotros una constelación a la larga inabarcable.

Aun así, nos alegramos de haber hecho algunos contactos nuevos y de haber sido testigos de una forma para mí más que admirable de convivencia y de organización. Tantísimos adultos y tantos niños durante tantas semanas frente a tan pocos conflictos y tanto trabajo en común como se da allí, tanto a nivel profesional como personal, me parece realmente loable.

Si quieres saber más sobre cómo funcionó el año pasado el encuentro puedes leer este artículo.

Ya bastante al final, en nuestras últimas semanas en la isla se nos unió una familia española, a la que no conocíamos pero con la que encajamos muy bien.

Mediados de marzo: la validez de nuestra visa tenía los días contados. Malasia, vecino, multicultural y accesible, nos parecía una buena opción para explorar antes de volver a Europa.

Encontré un vuelo ganga a España que salía de Singapur a finales de abril y no lo pensamos más.

Conociendo Malasia y Singapur

En ello estamos ahora.  A mediados del mes pasado volamos a Kuala Lumpur, donde pasamos unos días, entre shopping malls y rascacielos. Pero no sólo….

Después cogimos un autobús que nos llevó al norte, a la isla de Penang, donde estamos ahora.

En Malasia he de reconocer que mis sensaciones se entremezclan. Como antigua colonia inglesa, holandesa y portuguesa, con gran porcentaje de la población de origen chino o indio, es un crisol multicultural.

Me encanta pasear por George Town y toparme con mezquitas, templos hindúes y templos chinos, como si hubieran agitado el mundo en una coctelera.

Poder ir a comer a realmente muy buen precio comida auténticamente india, china, malaya o también más occidental (ésta es más cara, claro).

También me encanta ver cómo la gente de aquí conserva su propia lengua y a la vez puede comunicarse entre etnias en inglés. Así, también nuestra comunicación con ellos es más fácil y fluida que en Tailandia.

Por otra parte, para mi gusto Malasia tiene, por lo que he visto hasta ahora, un tono mucho más occidental en su estilo de vida. Es casi imposible evitar, por ejemplo, sus centros comerciales, porque son realmente numerosos y gran parte de la vida cotidiana o del tiempo libre parece tener lugar allí.

Pero quizá sea pronto para sacar conclusiones. Después otras tres semanas más por aquí os podré dar unas impresiones más fundadas.

¿Y qué haremos a la vuelta?

Como os decía, volaremos de España desde Singapur. Pasaremos en la «suiza asiática» un par de días y será nuestra despedida de Asia (por el momento).

A nuestro regreso tenemos pensado buscar un lugar en Europa donde tener una base y más estabilidad. Desde allí queremos seguir viajando, aunque pasemos mucho tiempo en ese lugar.

Estos ya 15 meses viajando, como os contaba en octubre pasado, nos han hecho darnos cuenta de muchas cosas.

¿Tienes dudas? ¿Algo que contarnos? ¡Te espero abajo en los comentarios!

Por favor, no olvides que tu feedback es muy importante para que Irabela’s pueda seguir creciendo.

 

Irabela’s somos una familia de 4 miembros que se ha lanzado a vivir el nomadismo digital y el worldschooling. Desde diciembre de 2016 vivimos sin lugar de residencia fijo. Si quieres seguir en vivo nuestra andanza por el mundo y recibir nuestros artículos en torno a aprender, trabajar y vivir en libertad puedes suscribirte aquí.

 

Share This