Hace poco descubrimos una manera de lo más entretenida de pasar una tarde de domingo con los niños (y sintiéndonos como niños ;)).
Resulta que una amiga nos propuso ir con los peques “a buscar tesoros”. Automáticamente yo pensé en la clásica búsqueda del tesoro o gimkana, en la que primero escondes una serie de objetos para los niños y luego les preparas un mapa para que los busquen.
Me pareció una idea genial, y sobre todo el preparar la gimkana juntos, porque a decir verdad soy un poco vaga para lanzarme a este tipo de iniciativas por mi cuenta. Y no digamos de Mondo…
En fin, que llegó el día y quise saber cómo hacíamos, qué llevábamos… Y me enteré de que con un smartphone, unos cuantos objetos pequeños y una caja estanca tendríamos suficiente. ¿Pero para qué el smartphone? Pues os desvelaré ya el secreto: resulta que los geocaches, es decir, los tesoros, están ya escondidos, desde hace tiempo, por otras personas. El geocaching es un juego a nivel mundial, que consiste en buscar estos tesoros escondidos con ayuda de una aplicación que te descargas en el móvil. La aplicación incluye un gps que te indica dónde están los tesoros más cercanos a tu ubicación. O tú decides a qué lugar quieres ir a pasar la tarde (o el día) y luego buscas en la aplicación qué tesoros podrás encontrar por allí.
Hay tesoros de diversos tamaños, y la idea es que prepares de antemano algún objeto del tamaño apropiado para poder intercambiar cuando encuentres la caja del geocaché (geotesoro).
Que nadie ha dicho que sea fácil, por cierto. En nuestra primera tarde de inmersión en el geocaching nos lanzamos a la búsqueda de un primer tesoro. Éramos cuatro adultos y tres niños. Y teníamos en el móvil la versión gratuita de una aplicación que se llama Geocaching (geocaching.com). En esta versión las indicaciones del gps son algo más imprecisas que en la versión de pago, por lo que, intentando guiarnos con el gps atravesamos un par de praderas y nos encontramos sin quererlo dentro de una propiedad privada, con vivienda y todo. Por suerte no tuvimos que desandar el camino ni dar explicaciones a los dueños, porque la propiedad estaba vacía y su portón de entrada (y salida) estaba abierto. Uff. Así es como llegamos a la zona en que estaba escondido el geocaché, al lado de un antiguo lavadero. Una vez allí, nos llevó un ratito encontrar el tesoro, y tuvimos que hacer uso de las pistas y de las fotos que aparecían en el informe del geocaché.
Después, contentos y con el gusanillo de encontrar más tesoros, continuamos hacia otro que se encontraba en el pueblo vecino. Con éste no hubo suerte, nos cayó la noche y tuvimos que abandonar.
Pero ahí nos están esperando, esos y muchos más geocaches. Y los que nosotros mismos podemos crear, porque esa es también una opción en este juego mundial.
¿Qué os parece? Os animo a probar este moderno sistema de búsqueda del tesoro… ¡Y a contárnoslo! ¡O a contárnoslo si ya lo conocíais!
Interesante, ¿pero qué clase de tesoros se encuentran? ¿Podrías dar algún detalle?
¡Hola, Virginia! Dependiendo del tamaño del geocaché, podrás encontrar objetos mayores o más pequeños. En nuestro caso, el tesoro que encontramos era de tamaño XS (el más pequeño) y contenía monedas antiguas. En las indicaciones ponía que no se introdujeran chapas, ni piedras (fósiles sí), ni conchas, ni pegatinas ni comida.
Más no te puedo decir… 😉
Un abrazo!
¡Buenas! ¡Muy interesante el post! Practicar geocaching es muy divertido y es una actividad ideal para hacer con la familia. Hay cachés o tesoros de varios tamaños: nano, micro, small, regular y large. Los más habituales son los micro (contenedores tipo carretes de fotos) y los regular (contenedores tipo tupper). En este enlace podeis econtrar más info:
http://www.geocaching.com/guide/default.aspx
¡Saludos y feliz geocaching! 😉
Hola, Meritxell! Gracias por el enlace, la información nos vendrá muy bien a quienes queremos seguir practicando el geocaching.
Un saludo.