Aquí estamos de nuevo para contaros nuestras novedades por Asia. Desde la última actualización de nuestras aventuras hemos conocido dos países más, hemos experimentado por primera vez en nuestras vidas un terremoto y nos hemos quedado un día entero sin poder salir del hotel (no por el terremoto, sino por el Day of Silence que se celebra en Bali).
Pero lo más importante es que dentro de un proceso familiar intenso hemos tomado una decisión muy importante respecto al viaje.
¿Vienes con nosotros?
Pues empezamos.
Cada cambio de lugar es… como un terremoto
A principios de mes volamos a Kuala Lumpur de camino a Bali. La ciudad nos gustó mucho. Estuvimos cuatro días a 300 metros de las torres Petronas y disfrutamos como enanos del enorme parque y la piscina al aire libre que hay justo debajo.
Kuala Lumpur es una ciudad muy occidentalizada, para lo bueno y para lo malo. Una nota curiosa es que todos la sentimos como un lugar más familiar: incluso los niños preguntaron de repente, súper espontáneamente y sin motivo alguno, si alguien nos venía a buscar al aeropuerto.
Después de Kuala Lumpur aterrizamos en Bali. Ahora estamos cerca del centro de Ubud, en el barrio de Penestanan. Todo es precioso y nos fascina la arquitectura, el detalle y la amabilidad balinesas.
Pero la realidad es que nos está costando estar aquí.
Así como en Koh Phangan teníamos constantemente niños alrededor y familias con las que siempre hacer planes, aquí ha comenzado nuestra vida independiente.
Ahora nos vemos más claramente a nosotros mismos
Este tiempo más en familia está siendo decisivo para mirarnos (una vez más) en el espejo. Al no tener tanta compañía estamos viendo con más claridad nuestras dinámicas familiares.
Realmente no estamos acostumbrados a pasar tanto tiempo solos los cuatro y a disfrutarlo.
A los adultos nos cuesta parar, nos cuesta estar presentes.
Nos cuesta olvidarnos de todas las maravillosas ideas y colaboraciones de trabajo que tenemos ahora al alcance. Tan cerca y tan lejos.
Nos cuesta encontrarnos en actividades, comidas y lugares que nos apetecen a todos.
También vemos la gran necesidad que tienen nuestros hijos de vida social.
Vemos que nuestros hijos, aparte de amigos, echan de menos lugares conocidos, en los que se sienten seguros para explorar y jugar. Lugares a los que acudir con regularidad.
Bueno, y también echan de menos sus comidas y sus juguetes…
Y por cierto, vivimos un terremoto de verdad
La semana pasada, concretamente el día 22 a las 7.10 de la mañana, Adrián y yo estábamos justamente tratando de tomar una decisión respecto a cómo continuar el viaje… y nuestra vida después…. ¡Y se agitó la tierra!
Ese día, por cierto, hizo 10 años de que Adrián y yo estamos juntos.
Adrián no cree en las señales. Yo sí… 😉
Fueron unos 10 segundos, magnitud 5.5. Para unos chilenos que conocimos ayer una nimiedad, para nosotros realmente impresionante (bueno, Adrián dice que al principio pensó que eran unos monos que se habían subido al techo y lo hacían temblar, pero yo creo que algo sí le impresionó).
Nuestra necesidad de enfocarnos en nuevos proyectos
Antes de salir de viaje la intención era coger al menos un par de semanas de vacaciones auténticas, sin trabajar ni un solo día.
Lo que ha traído el propio viaje, cosa que esperábamos, por otra parte, es nueva inspiración e ideas, lo cual se traduce al final en más trabajo.
Y la realidad es que lo necesitamos, porque necesitamos generar más ingresos para mantenernos y alcanzar nuestros objetivos (la semana pasada Adrián contaba cómo lo hacemos para mantenernos económicamente).
Además, ha surgido un nuevo proyecto, que Adrián ya mencionó en ese post: Librestado. Un proyecto para mí en este momento bastante transgresor pero muy atractivo a la vez. Estoy ocupándome de la traducción y va a ser mucho de trabajo.
También hay varios proyectos para los que nos han pedido ayuda, para que les acompañemos y ayudemos a crecer.
Adrián ha dejado de trabajar en tareas cotidianas de la agencia de traducción, con lo cual tiene más tiempo para Librestado y para Irabela’s.
Tenemos por tanto ideas a montones, proyectos súper chulos pero…
La felicidad en la dificultad
Los niños se sienten cansados. Disfrutan con las novedades, con mucho de lo que descubrimos.
Pero echan de menos estar con sus amigos todos los días, sus espacios, sus cosas, su comida.
Y sobre todo no entienden el porqué de estar aquí tanto tiempo.
Han pasado por un momento en el que estaban irritables, nerviosos. Nos piden volver ya.
Nosotros no podemos trabajar como querríamos. Ni tampoco disfrutar del todo de lo que tenemos alrededor.
Así que ahora tenemos dos opciones:
- Opción A: Tomarnos esto como algo trágico y pensar que nuestra vida viajera ha fracasado. Flagelarnos y comprar un billete de vuelta a España ya.
- Opción B: Pensar que estamos aprendiendo y que tendremos que adaptar el viaje. Mirar opciones.
La decisión
La opción A no cuadraba mucho con el espíritu de Irabela’s 😉
Así que hemos optado por la opción B:
– Acortamos el viaje, para no llegar cansadísimos en julio, agotados de este proceso. Volvemos en mayo a Europa.
– Nos tomamos como reto familiar el disfrutar de este mes y medio que queda en Asia. Inventarnos, conocernos, querernos en familia. Este viaje nos muestra algo que tenemos y podemos mejorar.
– Trabajamos menos. Aprovechamos más el tiempo cuando los niños duermen y así por el día tenemos más tiempo para los 4.
– A partir de ahora estaremos cerca de otra familia que conocimos en Koh Phangan y que también deseaba apoyo. Y muy probablemente en abril nos juntemos con otras más que hay en Bali y también quieren hacer comunidad-coliving.
– Y por supuesto, aprovecharemos todo lo que hemos aprendido y el próximo viaje lejano (porque naturalmente habrá más) lo organizaremos diferente.
– Hemos elegido una vida en la que no depender de ningún lugar y vamos a seguir en movimiento, de una manera u otra, aunque probablemente elijamos tener un lugar base, una casa (alquilada) en algún lugar. Nos tomamos esta «crísis» como parte del proceso de adaptación.
Al fin y al cabo…
“El éxito es la suma de muchos fracasos”
Adrián pide la palabra…
Ya para finalizar, a Adrián le gustaría añadir algo más al post:
El viaje está siendo maravilloso y no me arrepiento de estar haciéndolo. Si estuviese al principio, repetiría (pero dejando abierto el billete de vuelta ;-)).
Sin este viaje, no estaríamos donde estamos, y estamos en un momento mágico, en el que todo es posible, en el que lo imposible se ha convertido en habitual.
El viaje nos está permitiendo crecer a todos inmensamente y, en realidad, ni siquiera estamos discutiendo mucho más que cuando vivíamos fijos en un lugar, lo que pasa es que pasamos más tiempo juntos y no tenemos dónde escondernos.
Está fallando que no hay niños alrededor y/o los adultos no estamos siendo capaces de organizar encuentros con toda la asiduidad que los niños necesitan (que es mucha). Bueno, de hecho ahora Isabel ha conseguido arreglarlo quedando con otra familia.
El trabajo que han hecho los niños es increíble. En cuestión de dos meses han empezado a hablar en alemán (ahora a veces hablan en alemán entre ellos o jugando con muñecos), han conocido un montón de niños a los que al principio ni se acercaban y con los que ahora se sienten a gusto. Es más ahora incluso juegan (sobre todo el mayor) con niños a los que no entienden.
No hay duda de que existe un cansancio general (que parece ser muy común entre personas que empiezan una vida nómada, quizás tengamos ahí un tema para investigar en un futuro artículo), pero por otro lado, tengo la sensación de que la cosa va a mejor ahora.
—-
Os dejo ya, tras las palabras de Adrián. Como digo, feliz de que las dificultades nos estén mostrando cómo crecer.
Intrigada por cómo acabaremos este viaje.
E ilusionada por todos los que nos quedan 😉
¿Te ha gustado? ¡Pues comparte y dale a me gusta!
Irabela’s somos una familia de 4 que se ha lanzado a vivir el nomadismo digital y el worldschooling. Si quieres recibir nuestros artículos en torno a aprender, trabajar y vivir en libertad puedes suscribirte aquí.
Pues que proceso más bonito! Que 2 meses que os habran parecido años por todo el enriquecimiento!!! A seguir volando, en cualquier dirección!!! Sois una inspiración, de verdad. Un abrazo!
¡¡¡Gracias, Lidia!!! Síii, es bonito ver cómo va pasando el tiempo, que tampoco es tanto tiempo. Bastantes momentos difíciles y también momentos preciosos y sí, me parece que haya pasado una eternidad desde que dejamos Orba… Gracias por estar ahí, al otro lado de nuestras aventuras! ¡¡Un abrazo!!
Lo primero que me surge; ¡ VALIENTES¡ . Todos esos aprendizajes han sido posibles por vuestra decisión, por cada una de las decisiones que habéis ido dando, y las que daréis.
Y lo segundo ¡ GRACIAS ¡, por mostraros tal y como sois. Por compartir vuestros miedos, vuestros retos, vuestra experiencias, vuestros logros. Si para nosotros escucharos está siendo rico, no me puedo llegar a imaginar cuanto lo es para vosotros vivirlo.
Un besazo
Gracias, Yolanda!!! Lanzarse no fue fácil. Continuar, como ves, tampoco lo está siendo. Jejeje, pero siempre pienso en lo que todo esto nos aporta. Y por supuesto, las ganas viajeras nos pueden. Cuando pienso que hemos renunciado a dos meses más por aquí me da mucha penita… el alma viajera…
Ahh, y compartir estos procesos nuestros es parte de nuestro fin y de nuestra necesidad!! Gracias por estar ahí al otro lado!!! Un beso.
¡Hola, Isabel y Adrián! ¡Me ha encantado este post! Habéis sido muy sinceros y claros, y además creo que es importante para los interesados en viajar de manera más o menos indefinida (y sobre todo con niños), saber que a veces se echa de menos tener una cierta rutina o algún sitio al que considerar un hogar. Yo creo que lo que estáis dando a vuestros hijos es todo un regalo. ¡Ya me hubiera gustado a mí poder viajar tanto a su edad, de verdad! Cuando crezcan recordarán estos momentos con una sonrisa enorme en la cara 🙂
Hacéis bien en ir adaptándoos a las necesidades que os van surgiendo, así que por qué no acortar el viaje, no pasa nada.
¡Mucha suerte, seguid disfrutando del camino!
¡Hola, Isabel! ¡Gracias por estar ahí y comentar!! Yo también confío en que estos peques van a crecer valorando todo lo que nos aporta viajar. De hecho también nos van dando señales, no sólo las señales de necesitar espacios seguros.
Cuando ayer por ejemplo el mayor me decía que quería aprender inglés para poder comunicarse con todo el mundo… ah, me derrito.
¡Un abrazo!
Sinceridad a flor de piel.
Los retos que surgen al salirnos de nuestra zona de confort hay que lidiarlos de la mejor manera que sepamos, pero siempre con positividad y mirando de frente y hacia adelante. Vuestro ejemplo nos demuestra eso precisamente. El ir adaptándose a las eventualidades del momento, vadear las circunstancias por donde mejor se vea, dar una vuelta de tuerca a un calendario que en ese momento no se adecúa a nuestras necesidades…
Ese es el mejor de los aprendizajes y la mejor forma de conocerse, a uno mismo y a los que nos rodean.
En el camino compostelano hay una palabra clave: ¡ULTREIA! Eso os digo yo. ¡ADELANTE! Adaptémonos, acondicionémonos a lo que se presenta para convertir en experiencias los miedos, en logros los retos.
Gracias Isabel y Adrián por vuestra franqueza, claridad y sencillez.
Un fuerte abrazo a los cuatro.
Isidro.
Isidro, gracias a tí por estar al otro lado.
Qué razón tienes, el estar aquí luchando por adaptarnos a la situación nos está haciendo crecer y conocernos a tope.
Por cierto, se te echa de menos por aquí. El pequeño carpintero te menciona muchas veces! La cantidad de cosas que se le ocurre que podría hacer en tu carpintería 😉
¡Un abrazo fuerte!
Me encanta este blog, se ve tan natural y sincero, es maravilloso. Chicos este camino empezó hace unos meses pero no se termina aquí porque lo aprendido os valdrá para un futuro mejor, estoy segura. Un abrazo a los cuatro
¡Gracias, Raquel! Sí, nuestro camino sólo acaba de comenzar, estamos seguros 🙂
¡Un abrazo!
¡Me encanta todo! La sinceridad, fundamentalmente; el reinventarse, y no darse por vencidos. Yo sé que solemos idealizar el viajar y trabajar con niños, de hecho nosotros el año pasado lo hicimos, tomándonos dos meses en Europa con tres niños de 2, 5 y 8 años (ahora tienen un añito más!). Pero no hicimos demasiadas «locuras», la idea fue hacer playa, mucha playa, visitar amigos y disfrutar a paso lento. Fue una buena experiencia y enriquecedora, como para pensar en hacerlo más y más… :-). Los sigo de cerca, soy argentina y también traductora!!! Con mi marido nos dedicamos ambos a la traducción, así que os entiendo muy bien.
¡Hola, Maguita! Gracias por tu comentario y encantada de conocerte!
Qué bonita vuestra experiencia por Europa. Me estoy dando cuenta de que lo ideal para viajar en familia es eso, ir dando pasitos, probando viajes, mirando qué opciones se ajustan a la familia.. Con niños irremediablemente va a ser lento, al menos en apariencia (la procesión puede ir por dentro ja ja ja).
Un abrazo y seguimos en contacto. Isabel